Hoy te digo adiós sin pena
de no volverte a ver.
No me entristece tu marcha
ni me preocupa el saber
qué te depara el futuro.
Hoy te digo adiós, morena.
Tu tiempo aquí terminó,
como en un reloj de arena.
Y te marchas y no siento
absolutamente nada.
Adiós, harpía insufrible,
niña bien, pero amargada.
Las ánimas que te comiste
se alegran de que te vayas.
¡Adiós!