viernes, octubre 01, 1993

La Soga

Estoy cansada de esperar.
Estoy harta.
No puedo pasar mis días ni mis noches
Soportando esta carga.
Miro al sol,
A la bella luz de la luna
Y tan sólo siento pena,
Pena amarga.
Porque ahí está,
Ese ojo ciego y cruel
Que espera verme acabada.
Ese ojo que me tienta
Desde lo alto de esa rama.
Es el ojo de la soga
De la que acabaré colgada.
Me asusta.
No puedo evitar acercarme
Y admirar su frágil forma.
Tengo que tocarla.
Me aterra mirarla.
Y a través de ese gran aro
De fortaleza infinita,
De equilibrio perfecto
Que el aire no balancea,
Una visión me atrapa:
Tranquilidad y sosiego,
He encontrado el Nirvana.
En el cielo, en el infierno...
¡El demonio de ama!
Ha vendido las pirámides,
Ha hundido África en el mar.
Porque quiere comprar mi alma.
Y me atrae a esta horca
Pues mi espíritu reclama.
No sé si darle ese gusto
¡Hay tantas cosas que odio!
¡Y a la vez tantas que amo!
¿Por qué esta lucha no acaba?

¡No quiero seguir sufriendo!
Pero, como cada noche,
Antes de que llegue el alba,
Dejo de lado la soga
Y vuelvo a meterme en la cama.